Los adecos en escena:
la cultura durante el Trienio
Miguel Astor
Las artes y la vida cultural en general vivieron un momento de esplendor durante el denominado Trienio adeco. La cultura popular se vio valorada desde el ámbito oficial, encontrando su punto culminante en la memorable Fiesta de la Tradición Venezolana. Este breve período marcó una nueva visión de la gestión cultural y educativa, de orientación más venezolanista e integradora
A partir de la muerte de Juan Vicente Gómez y la progresiva democratización de la sociedad venezolana, el panorama cultural de Venezuela cambia radicalmente. Los doce años (1936-1948) que abarcan los gobiernos de Eleazar López Contreras (1936-1941), Isaías Medina Angarita (1941-1945), y los años del llamado Trienio Adeco, constituido por los gobiernos de la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt (1945-1947) y por la brevísima presidencia de Rómulo Gallegos (1948), constituyen un período en el que se generaron grandes cambios en la vida nacional. Los hombres de la Generación del 28 llegan al gobierno, bien sea adscribiéndose a la tesis de la evolución moderada hacia la democracia, planteada durante los gobiernos de López y Medina, o a la que propugna la restitución inmediata de los derechos políticos de los venezolanos, por la fuerza si fuera necesario, como al final lo

hizo el partido Acción Democrática en peligrosa alianza con jóvenes militares, principalmente del ejército. El ala izquierdista de la Generación del 28, irrumpe violentamente el 18 de octubre de 1945 para tomar el poder y llevar a la práctica su proyecto político.
Instituciones e iniciativas
La acción cultural del Estado desde la muerte de Gómez se desarrolla desde dos importantes dependencias: la Dirección de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educación Nacional, creada en 1936, y el Departamento de Cultura y Publicidad (futuro Servicio de Cultura Obrera) del Ministerio del Trabajo, instituido en 1938. Estas dependencias, especialmente la primera, adquieren notable relevancia después del 18 de octubre de 1945.
Durante el Trienio adeco, las actividades de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación Nacional se expanden notablemente. En cierto modo se convierte en un organismo semiautónomo dentro del Ministerio destinado con exclusividad y gran ahínco a la acción cultural. En 1946, en el seno de dicha Dirección, se crea una Comisión Asesora de la Dirección de Cultura ad honorem, integrada por el poeta Andrés Eloy Blanco, los escritores Juan Liscano y José Nucete Sardi, el compositor Carlos Figueredo y la señora Margot Boulton de Bottome. La función de este pequeño “directorio” era prestar ayuda en la coordinación de las actividades de la Dirección de Cultura y en la elaboración de nuevos proyectos culturales y artísticos.
En este contexto, la Junta Revolucionaria de Gobierno emite una serie de decretos y resoluciones de tipo cultural y educativo que se ejecutarán desde la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación. Se establecen los premios de Música, Literatura y Artes Plásticas, y se da impulso a una sólida actividad editorial, todo enmarcado en una coherente política cultural, que puede verificarse en las memorias del Ministerio de Educación de esos años.
Entre las más importantes iniciativas podemos mencionar el aumento significativo en el tiraje de las revistas publicadas por el ministerio: la Revista Nacional de Cultura, la revista Educación y la revista infantil Onza Tigre y León. Se realizaron igualmente numerosas conferencias y charlas en instituciones dependientes de la Dirección de Cultura, mientras que en el área de las artes plásticas se hizo el esfuerzo de llevar al interior del país la colección de obras de pintores contemporáneos del Museo de Bellas Artes.
Las escuelas oficiales de música recibieron amplio respaldo. Como muestra de ello se destaca el encargo de un órgano y otros instrumentos para la Escuela Superior de Música, además de dos colecciones de grabaciones de la Antología sonora para las escuelas Preparatoria y Superior. La Escuela Superior de Música se vio también favorecida con la contratación de un calígrafo y un copista, con el fin de preparar ediciones de música del archivo de manuscritos.
Como detalle curioso es necesario mencionar la extensión del servicio de lectura en la Biblioteca Nacional hasta las 10:00 p.m., lo que incluso hoy sería un gran logro.
A diferencia del régimen depuesto, el nuevo gobierno intenta abarcar el estudio de las culturas tradicionales y llevar su esfuerzo cultural a la provincia. En este sentido, en julio de 1946, la Dirección asumió el Servicio de Alfabetización y Cultura Popular, uno de los proyectos bandera del gobierno, iniciativa que contará con los recursos provenientes de otra realización cultural: la venta de la edición de lujo de la Obras completas de Simón Bolívar.
La música también cuenta
Entre las principales actividades de la Dirección están las relacionadas con la música, tanto en los ámbitos académico y folklórico, como en el escolar. En estos tres rubros los nuevos gobernantes tendrán logros de importancia.
A principios de 1947 la Orquesta Sinfónica Venezuela recibe, por primera vez, un presupuesto de 800.000 bolívares. Esto permitió un proceso de profesionalización de la orquesta que implicó la contratación de 32 músicos europeos, especialmente italianos. La corta administración de Rómulo Gallegos elevó la asignación a un millón de bolívares. Se ha dicho y escrito que este apoyo del gobierno fue producto de un tenaz lobby del maestro Vicente Emilio Sojo y del provecho que éste le habría sacado a su militancia acción democratista. Pero cabría preguntarse si ese hecho no fue parte de una política cultural decidida a invertir los recursos petroleros en políticas sociales, entre las cuales estaba la cultura. Es decir, si se trataba de gastar el dinero en aquellos aspectos que el régimen depuesto no había querido ver o no había considerado como necesarios.
En el campo de la cultura popular el más importante logro fue la creación del Servicio de Investigaciones Folklóricas Nacionales, dirigido por el poeta Juan Liscano. El servicio tenía dos secciones: una de organización interna y recolección de materiales, y otra de divulgación. Los investigadores hicieron giras de recolección de materiales a distintos estados del país y se inició la publicación de la Revista Venezolana de Folklore (1947-1948), y un cuaderno musical: Cantos del Oriente de Venezuela. El proyecto liderado por Liscano tuvo su culminación en la presentación del festival folklórico con motivo de la toma de posesión del presidente Rómulo Gallegos en febrero de 1948, conocido como “La Fiesta de la Tradición Venezolana”. Dicho evento, escenificado en el Nuevo Circo de Caracas, tuvo una enorme acogida y se le recuerda como uno de los más importantes de aquella época.
La cultura va a la provincia
Entre los aspectos más destacados está la labor desarrollada en la educación musical escolar. En julio de 1946 se crea la Superintendencia de Supervisión Musical Escolar, a cargo del maestro Prudencio Esaá. Las funciones de este organismo, adscrito a la Dirección de Cultura, consistían en supervisar al profesorado de música y cantos escolares, gimnasia rítmica y de las cátedras de instrumentos en las escuelas federales, así como aprobar los actos culturales programados por dichas escuelas, cuyos programas debían de ser sometidos a la Dirección. Ésta fue una de las iniciativas que más énfasis hizo en llevar la labor de la Dirección al interior del país, para cuyo fin se importaron desde Francia sesenta pianos destinados a dotar a los grupos escolares del país. Además, se designaron veinticinco profesores en Caracas y dieciocho en el interior del país para encargarse de la enseñanza de la música en las escuelas. Un año después, el Servicio estaba impartiendo educación musical (lecciones de rítmica y cantos escolares) en 82 escuelas primarias, en todas las escuelas normales y clases de conjunto coral en los veintisiete liceos del país. Este éxito permitió hacer algunas promesas de integración entre la Superintendencia y el Servicio de Investigaciones Folklóricas para llevar las expresiones populares venezolanas a las escuelas.
Igualmente, en los liceos de Caracas se efectuó una intensa actividad cultural consistente en conciertos, conferencias y actos literarios; además, se conformaron grupos corales, teatrales y de diversa índole artística.
El 29 de octubre, once días después de la toma del poder, la Junta Revolucionaria de Gobierno, mediante el decreto número 4, separa los despachos del Trabajo y de Comunicaciones. En el Ministerio del Trabajo se organiza la Sección de Educación, Cultura y Biblioteca Obrera, que sustituyó al Servicio de Cultura Obrera y se encargó de las áreas de Educación Obrera, Biblioteca Obrera, Instituto Libre de Cultura Popular, Teatro Obrero y Radio Cultural y Excursiones Obreras. Desaparecen de la lista los orfeones obreros creados durante el gobierno de Medina Angarita y la Banda Obrera, mientras que se mantuvo el grupo teatral fundado por el dramaturgo y hombre de las tablas Luis Peraza durante el régimen anterior. El Teatro Obrero será apoyado con entusiasmo por los nuevos dirigentes.
Una de las diferencias más evidentes entre el régimen de la Junta Revolucionaria de Gobierno y la administración medinista consiste en la proyección hacia el interior del país de la actividad artística y de las comunicaciones. Para Betancourt se trataba de una intención muy premeditada: “Al llegar al Gobierno, definimos una orientación nueva en los rumbos administrativos. Haríamos una labor nacional, venezolana y no sólo urbana, metropolitana, caraqueña […]”, escribirá durante los años difíciles de la dictadura perezjimenista. Por eso el millón de bolívares recibido por primera vez en su historia por la Orquesta Sinfónica Venezuela no sería un azar, un asunto de “contactos con el gobierno” simplemente. Había coros, grupos de teatro, conferencias y conciertos en los liceos más emblemáticos de Caracas. Había, dentro de los modestos parámetros de la época una revolución cultural, paralela a la revolución política.
Cuando constatamos los logros obtenidos en el área cultural en apenas tres años del siglo XX, nos percatamos de que hay una historia que no ha sido contada ni investigada. Definitivamente, en la historia venezolana no todo es política o militares. Hay otra perspectiva por descubrir y ésta es apasionante.