Nariño y los españoles
Las ideas de cuño liberal influyeron en la independencia de Hispanoamérica, pero no constituyeron el motivo fundamental de la revolución. En las diferencias entre los criollos y los peninsulares se encuentra un motor fundamental de los sucesos de la época, independientemente de aspectos relacionados con el pensamiento moderno. En el famoso Memorial de agravios que escribió don Antonio Nariño, prócer de la insurgencia en la Nueva Granada, se observa con toda nitidez este aspecto de vital importancia. Su Memorial, escrito en 1809, afirma cosas como las siguientes: “Los gobernantes de la América, principalmente los que ocupan sus altos puestos, han venido todos, o los que más, de la metrópoli; pero con ideas de volverse a ella, a establecer su fortuna y a seguir la carrera de sus empleos. Los males de las Américas no son para ellos, que no los sienten; disfrutan sólo sus ventajas y sus comodidades. Un mal camino se les allana provisionalmente para su tránsito; no lo han de pasar segunda vez y así nada les importa que el infeliz labrador, que arrastra sus frutos sobre sus hombros, lo riegue con el sudor de su sangre”. El texto no ahorra críticas sobre la conducta de los burócratas españoles, mientras pregona el cabal arraigo de los criollos a los intereses establecidos en las posesiones de ultramar, y su papel inferior en la administración de las colonias. Reproches como el de Nariño, sin influjo de ideas modernas ni de un pensamiento cabalmente definido, abundan en el período previo a las guerras de Independencia en toda Hispanoamérica.
